La elección de la pareja.

“Es increíble que la infancia nos determine en todos los sentidos”, este pensamiento es recurrente en la mayoría de las personas. Tendemos a pensar y a medir ésto, con el paso del tiempo cronológico y físico, “si pasó hace tantos años, tuve que haberlo superado y olvidado”. Lamentablemente, los seres humanos no funcionamos así, si fuera así, la carrera de psicología, la terapia, el psicoanálisis, no existirían y no estaríamos leyendo este artículo.

Los seres humanos funcionamos como una máquina que registra todo, absolutamente todo, pero que no tiene la opción de borrado, lo único que podemos hacer es, sustituir eso, por la acción de elaborar, a través de la conciencia. Estas dos herramientas van a permitirnos cambiar nuestro destino.

Lo anterior nos lleva a un tema básico en la vida de cualquier persona, “la elección de la pareja”. Es decir que, lo que hemos vivido con nuestros padres, en la infancia, será lo que determine quién nos va a gustar, quien no nos va a gustar y lo que vamos a repetir. Nuestra elección de la pareja será el reflejo de la historia de nuestros padres, haya sido como haya sido.

En nuestra casa, de pequeños, observamos cómo se llevan nuestros padres, si es que está uno o los dos o ninguno, lo que se hacen sentir, como se hablan, lo que se dicen, entonces éste será nuestro concepto de lo que es un matrimonio, una relación entre dos personas, como se es hombre y como se es mujer. Y lo más importante, cómo me hicieron sentir en esta interacción con ellos, cómo fue que yo viví e interpreté sus errores o sus decisiones. Esto quedará guardado en un registro inconsciente, que saldrá cada vez que nos relacionemos con alguien, cada vez que amemos o queramos. Entonces, si entendemos que yo me sentí abandonada o engañada, o devaluada, tal vez controlada, lo más seguro es que busque a una persona que me haga sentir igual, una persona con quien repita la dinámica infantil, es lo que conocemos y es lo que reconocemos.

Los padres generan un cúmulo de sentimientos y emociones que se contraponen entre sí, amor- odio, dependencia- independencia, tristeza-emoción y eso, es lo que se reproduce en la búsqueda de pareja, la ambivalencia.

Posiblemente, la mejor forma de contrarrestar lo anterior, sea la conciencia y el autoconocimiento, mientras mejor no conozcamos y sepamos de dónde venimos y la dinámica familiar, mayor será la posibilidad de elegir a una pareja con mayor claridad, donde no estemos otra vez en la complicada relación de los opuestos. Mientras mas conciencia, mas madurez y mientras exista mayor madurez, se podrá elegir a alguien más parecido a nosotros, con gustos importantes similares como: el pensamiento religioso, la opinión sobre los hijos (si tener o no y cuantos), como educar a los hijos, la organización económica, la postura ante la diferencia de género y las labores domésticas, así como el trabajo y la productividad. La similitud en estos temas, pueden hacer la diferencia en la durabilidad de la pareja, ya que indican un mayor conocimiento de sí mismo y una mayor conciencia de lo que realmente se desea sin la sombra del conflicto infantil y la relación con los padres. No alguien que se parezca a mis padres, mejor alguien con quien yo pueda congeniar desde lo profundo de mis sentimientos y de los deseos. Un compañero, no una persona que venga a solucionar mis conflictos no resueltos o a llenar los vacíos que siempre he sentido dentro.

Como en muchos aspectos, la respuesta siempre está en el confrontamiento de mis propias emociones, para sentirme capaz de decidir y elegir con conciencia a mi pareja allá afuera.
Así que, ¿qué hay en tus relaciones de pareja hoy en día, que coincide con tu historia de vida?

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